Cuando en 1964 Hasbro presenta los G.I. Joe como la figura de acción definitiva para chicos, nadie sabía en qué iba a influir aquello al mercado juguetero de los siguientes 50 años. Así ocurrió en un país de Europa del Sur que estaba despertando a la industrialización y a la modernización tras un periodo de autarquía en todos los ámbitos.